Se
desarrolló durante la tarde de hoy martes la audiencia preliminar en virtud de la
cual el TOF interviniente determinará criterios a seguir y contemplar durante
el segundo juicio a genocidas que actuaron bajo el V Cuerpo de Ejército. Aún no
se fijó una fecha de inicio. Los abogados defensores volvieron a intentar poner
palos en la rueda en el avance judicial, al tiempo que evidenciaron notorias
contradicciones.
Desde poco después de las 16
horas de hoy martes 16 se realizó ante el Tribunal Oral Federal (TOF) interviniente la
audiencia preliminar del segundo juicio a represores que durante la dictadura
cometieron graves delitos de lesa humanidad en Bahía Blanca y la región bajo la
órbita del V Cuerpo de Ejército. La audiencia estuvo presidida por el juez
pampeano José Triputti, a quien secundaron el marplantese Jorge Ferro y el
azuleño Martín Bava. Los tres formaron parte del Tribunal que en septiembre
pasado dictó la histórica sentencia por la cual fueron condenados los primeros
diecisiete represores en la ciudad.
Como representantes del
Ministerio Público Fiscal participaron Miguel Palazzani y José Nebbia, a cargo
actualmente de la Unidad de Asistencia para causas por violaciones a los
Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado. Como abogados por las
querellas concurrieron a la audiencia los doctores Mónica Fernández Avello,
Diego Czerniecki, Walter Larrea, María del Mar Martín y Mirtha Mántaras. Los
acusados, que no estuvieron presentes en la audiencia de ayer, son los
militares retirados Alejandro Marjanov, Armando Barrera, Carlos Stricker,
Carlos Arroyo, José Fidalgo, Bernardo Cabezón y Miguel Villegas y Ricardo
Gandolfo, Felipe Ayala y Fernando Videla, los tres últimos dados de baja entre
1978 y 1980 por diferentes razones.
Al cabo de la audiencia
prleiminar no se determinó una fecha específica de inicio del
debate oral aunque, según adelantaron los magistrados que integran el TOF, no
pasaría de los primeros días de mayo. En cambio, sí quedó confirmado como
escenario para su desarrollo el Aula Magna que la Universidad Nacional del Sur
(UNS) posee en el edificio de Avenida Colón 80, recinto en que se celebró el
juicio que concluyó en septiembre y la propia audiencia preliminar. Sin
embargo, Triputti dejó entrever que se barajaba la posibilidad de ocupar otro
recinto de cara al futuro.
La tarde comenzó con los
organismos de derechos humanos, el público e incluso víctimas y sobrevivientes
en la vereda, dado que dentro del recinto se discutía acerca de la privacidad o
publicidad de la audiencia. Finalmente, se permitió el ingreso de público a la
sala y la audiencia se inició con el juez Triputti otorgando la palabra a los
representantes de cada una de las partes, a fin de que efectuasen los pedidos
oportunos para determinar el modo general en que se desarrollará el juicio.
Por parte de la querella y
de la fiscalía la solicitud más importante giró en torno a evitar que los
testigos que declararon durante el juicio de la causa 982, que involucraba el
mismo organigrama represivo en la misma época y también bajo jurisdicción de la
subzona 51 de la represión clandestina, deban volver a prestar testimonio en el
debate que comenzará en pocas semanas. Un argumento en tal sentido resulta
clave: el riesgo de la revictimización constante de una misma persona, dado que
buena parte de los testigos son sobrevivientes del accionar criminal del
Terrorismo de Estado o familiares de ellos. A ello se suma la idea de
practicidad y agilidad del desarrollo del juicio, a los efectos de cumplir con
las normativas en vigencia. En tal sentido, fue constante la cita a la acordada
01/12 de la Cámara Nacional de Casación Penal, que fijó criterios para dotar de
celeridad a los debates orales.
Sin embargo, los abogados
defensores se opusieron al pedido de querellantes y representantes del
Ministerio Público Fiscal. Y allí comenzó a verse la estrategia de la abogada Barbitta,
defensora del militar retirado Carlos Arroyo. Barbitta adujo que requeriría que
se citase nuevamente a los testigos, en virtud de que ella no había participado
en el debate oral concluido en septiembre y que sobre su defendido sólo pesaba
la acusación vinculada a lo que eligió llamar “el episodio de Fitz Roy”, en
referencia al operativo militar en que una patota integrada por Arroyo asesinó
a Daniel Hidalgo y Olga Souto Castillo en un departamento de la calle Fitz Roy.
La abogada también repitió
el dato al momento de solicitar que el caso que involucra a su cliente se trate
en primer término por constituirse en la única acusación en su contra, lo que
evidenció la estrategia que con toda probabilidad seguirá durante los meses que
dure el debate: considerar al hecho como un episodio aislado, separado del plan
criminal. Por ello, el fiscal Palazzani le contestó oportunamente que de ningún
modo podía desprenderse el asesinato de Hidalgo y Souto Castillo del aceitado
engranaje de la represión clandestina que se ejecutaba desde el V Cuerpo de
Ejército.
Pese a la postura
mayoritaria de los defensores –tanto los particulares como los oficiales- de
volver a citar a los testigos que refieran a los hechos en debate, la inacción
que ya el año pasado el entonces fiscal a cargo Abel Córdoba adjudicó a los
letrados defensores se evidenció una vez más durante la tarde de este martes: cuando
el TOF les requirió una lista de aquellos testigos a los que consideraban que
debían volver a escuchar y preguntar, ninguno la ofreció de inmediato. Por el
contrario, admitieron no disponer de ella y se comprometieron, ante la falta, a
acercarla en los próximos días. Todo ello pese a que expresamente el TOF había
determinado que la presentación de tales nóminas sería uno de los objetivos del
encuentro preliminar.
Otro punto destacable giró
en torno a la aceptación de los defensores a la omisión de la lectura de las
requisitorias de elevación de los imputados. En esta oportunidad, tanto los
abogados que participaron del anterior juicio como los que no lo hicieron
decidieron consentir en ello. No llamó la atención esta actitud, que en
realidad responde a un criterio de practicidad básica, sino la contradicción en
que incurrieron respecto de lo que algunos de ellos sostuvieron un año y medio
atrás: cuando comenzó el primer juicio bahiense, en junio de 2011, se opusieron
tenazmente a saltear dicho paso. Fue el propio juez Triputti quien recordó
esto, y se mostró (¿irónicamente?) satisfecho por el cambio de actitud de los
letrados, entre los que se encontraba el inefable teniente coronel retirado
Mauricio Gutiérrez, que este año también será parte del staff.
Otra petición importante por
parte de la querella la formuló la doctora Fernández Avello. Este debate oral
incluye a tres guardias del Centro Clandestino de Detención (CCD) “La Escuelita”
y a su jefe, todos con contacto diario y directo con las personas secuestradas
allí. En virtud de ello, y tomando en cuenta los abusos sexuales a los que
fueron sometidas algunas de las víctimas por parte de los represores imputados,
Fernández Avello solicitó que cuando ellas deban prestar testimonio sobre los
hechos se desaloje la sala y se retire al periodismo de la misma.
Durante la semana, las
partes serán notificadas por el TOF en torno a las resoluciones más importantes,
aquellas que refieren a la fecha precisa de inicio del juicio y a la
posibilidad de que declaren nuevamente o no los testigos que ya lo hicieron
durante el año y medio que duró el primer juicio por la Causa Ejército en
nuestra ciudad.
Fue Miguel Palazzani quien
dejó una frase que podría resumir el espíritu de una lucha. Al momento de defender
su postura en torno a evitar la revictimización de las personas que aportan
testimonios sobre lo vivido, recordó que “víctimas de estos delitos no resultan
sólo los sobrevivientes, sino también sus familiares. Pero, además, son de lesa
humanidad. Eso quiere decir que como víctima de ellos aparece la humanidad en
su conjunto”.
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